El debate de anoche en Libertad Digital me ayudó a entender mejor lo que ocurre con el mercado laboral en España. No se me aclararon las ideas por lo que se dijo en el debate, sino más bien por el hecho de que las dos posiciones representadas, tan opuestas y tan lejos la una de la otra, eran una ilustración perfecta del problema.
Por un lado los dos sindicalistas, con muchas batallas a sus espaldas, velan por los intereses de aquellos trabajadores con contratados indefinidos y por un sistema de pensiones que les ha de beneficiar dentro de no mucho tiempo. Proponen que el mercado laboral español es ya demasiado flexible: no hay más que mirar la tasa de temporalidad, la más alta de la Unión Europea como se ve en el gráfico, o el ritmo al que se está despidiendo a la gente (una argumentación igual a la que hizo hace unos días Elena Salgado).
Por otro lado, dos jóvenes liberales asalariados defienden la necesidad de reformar un mercado laboral que es el más rígido de la OCDE, como demuestran la posición número 160 en el indicador de la encuesta Doing Business del Banco Mundial (analizada en una anotación anterior) y mucho más elocuentemente nuestros cuatro millones de parados. También se muestran preocupados por lo que implica el sistema de pensiones actual para los trabajadores de su generación.
Ránking global de flexibilidad del mercado laboral
Fuente: Doing Business 2009, Banco Mundial
Y es que, aunque no se dijo durante el debate, quedaba claramente ilustrado por las dos perspectivas que se presentaban: el mercado laboral español es un mercado de dos velocidades. Es así como se puede explicar que parezca que los dos puntos de vista tengan razón.
Lo que ocurre es que de la población activa de 23 millones una mitad, aquellos asalariados con contratos indefinidos, tienen unas garantías y un nivel de protección sin igual dentro de la OCDE. Y la protección de esos 11,8 millones de trabajadores que tanto defienden los sindicatos no sale gratis.
Los que pagan esos derechos son los más desprotegidos, los que en muchos casos son los más débiles. Es la otra mitad de la población activa: los asalariados con contratos temporales, los trabajadores por cuenta propia y los parados. Es con ellos con los que se ha cebado el paro en los últimos 12 meses. Y es que el incremento en 1,8 millones de parados es el reflejo de una caída de un 10% en el número de trabajadores por cuenta propia, la caída den un 20% en el número de asalariados con contratos temporales y las nuevas incorporaciones a la población activa. Es lo que intenta ilustrar el gráfico, aunque no sé si lo consigue.
¿Pero cómo contribuye este sistema de dos velocidades a una mayor tasa de paro? Lo mencionaba de pasada Lorenzo Ramírez durante el debate y yo creo que se trata del quid de la cuestión. Si una empresa tiene que ahorrarse 3.000 euros al mes y tiene un trabajador con contrato indefinido que cobra 3.000 euros al mes y tres trabajadores con contrato temporal cobrando 1.000 euros al mes, ¿qué hará? Puede que al empresario le sea más valiosa la contribución de los tres trabajadores temporales, pero dado el gasto asociado con prescindir de los servicios del trabajador fijo la probabilidad de que se queden sin trabajo tres personas en vez de una es mucho mayor.
La conclusión final es que en España una mitad de la población está pagando los excesivos privilegios de la otra, y los que están pagando son los más débiles. La reforma laboral, que en realidad sí consiste en el recorte de la protección de una gran parte de los trabajadores, no se trata de acomodar las demandas de capitalistas avariciosos, de empresarios sin escrúpulos. Se trata de un ejercicio necesario de justicia social y solidaridad con los más desprotegidos: trabajadores por cuenta propia, asalariados con contratos temporales y parados, la mitad de nuestra población activa, 11,3 millones de personas. ¡A ver si nos enteramos!
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