El artículo de Gabriel Calzada sobre el éxito/fracaso de Copenhague (recomendado por Capella) está bien hasta que llegamos a los últimos cuatro párrafos, que me parecen incoherentes con el resto del artículo.
No sé qué quiere decir con “explorar más a fondo es el desarrollo de los filtros para el secuestro de carbono” o “potenciar los sumideros de CO2, con acciones como la plantación de bosques”. A mí me suena demasiado a más subsidios. El gobierno británico ya está “explorando más a fondo” los filtros para el secuestro de carbono. La gracia nos va a costar alrededor de 60 euros por tonelada de CO2 ahorrada – cinco veces el precio actual en el mercado.
La verdad es que desde una óptica liberal si a uno le convencen de que hay que reducir las emisiones, el racionamiento y el mercado de derechos de emisión de CO2 (el cap-and-trade) sigue siendo la mejor apuesta, en contra de lo que dice Calzada. A los precios actuales de CO2 (12,45 euros por tonelada) la verdad es que ni la energía eólica, ni la solar (fotovoltaica o termo-solar), ni la nuclear serían rentables – y tampoco el secuestro de carbono como he apuntado más arriba. El mercado se encargaría de reducir emisiones de la forma más barata en este momento, es decir generando más electricidad a partir de gas natural y menos a partir del carbón.
Entiendo un poco más la afirmación de Calzada de que “las deducciones fiscales a toda inversión que reduzca emisiones de CO2 sería un potente incentivo si de lo que se trata es de reducir las emisiones de gases efecto invernadero”. Esto por lo menos coincide con la agenda liberal de reducción de impuestos. Pero si de reducir emisiones se trata, desde una perspectiva económica el resultado de aplicar esta política sería menos eficiente que la solución del cap-and-trade. ¿Por qué deberíamos hacer una deducción fiscal a la energía eólica y no a una central de ciclo combinado si a corto y medio plazo la segunda es la forma más eficiente de reducir emisiones?
Así que lo siento, pero si de reducir emisiones se trata la mejor solución es el cap-and-trade, aunque tampoco me parecería mal un impuesto sobre el CO2 si su impacto fiscal fuera neutro (es decir si se redujeran otros impuestos por el valor equivalente, como ha sugerido en ocasiones Mankiw). “Explorar más a fondo” o “potenciar” tecnologías específicas son una solución sub-óptima desde una perspectiva económica (incluso si se hiciera a través de deducciones fiscales) e intervencionista, y no son frases que debería escribir un liberal.
Actualización: Leo a un tal Pablo Pardo en El Mundo escribiendo sobre el Club Pigou de Mankiw. Dice un par de cosas que me sorprenden y son incorrectas:
(1) "Este impuesto tiene un problema, que a Mankiw, previsiblemente, no le importa: es muy regresivo. Porque, si todos pagamos un dólar (ó 67 céntimos de euro) de impuestos por litro de gasolina, da igual que uno conduzca un Rolls que un Hummer que un 'Beetle', o que use el coche para irse a su chalé de los Hamptons o a trabajar a un taller. Todos pagamos lo mismo." Un Rolls o un Hummer consumen mucho más que un Beetle, así que el conductor de un Rolls pagará más que el de un Beetle. Un rico por lo general viajará mucho más en avión (y en business class) que un pobre, así que pagará más. ¿De qué va este personaje diciendo que todos pagaríamos lo mismo?
(2) "Así que hay economistas del Club, como el canadiense Michael Moffatt, que sostienen que los ingresos fiscales procedentes de un impuesto de este tipo deberían destinarse a compensar a los grupos de ingresos bajos por las pérdidas económicas que les ocasionaría el gravamen." Que yo sepa esto es también lo que propone Mankiw (ver por ejemplo el enlace que hago arriba en la crítica a Calzada). Su objetivo no es subir la carga impositiva, sino desincentivar la emisión de CO2 sin que nos cueste nada extra, así que propone bajar otros impuestos (por ejemplo el IRPF) para compensar.
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